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TRANSGENERACIONAL

INTRODUCCIÓN AL ÁRBOL GENEALÓGICO: TRANSGENERACIONAL

Cuando trabajamos con nuestro árbol familiar hay que tener una premisa muy clara:

Lo vamos a hacer siempre desde la comprensión, el perdón, la gratitud y el amor. Es gracias a nuestros ancestros que estamos en este mundo, en esta vida.

Gracias árbol, familia, por haberme dado esta vida.

Todos los sufrimientos y dolores de nuestros ancestros se guardan en una memoria colectiva, que podemos llamar inconsciente colectivo familiar. Detrás hay una intención positiva (irracional) que es mantenernos alejados de posibles problemas o evitar repetir sufrimientos experimentados por algún antepasado. Por ejemplo, la infertilidad de ciertas mujeres se explica cuando se descubre que en sus árboles hay mujeres que vivieron la maternidad en medio de la violencia, que vivieron con parejas a las que no amaban u odiaban y transmitieron al fruto de esa relación el estigma de este desamor. En los descendientes, esto se expresa en conductas adictivas, violentas, enfermedades o, simplemente, en dificultades para hallar pareja o para tener hijos.

El trabajo con el árbol pretende encontrar de dónde viene esta información o programa, quien en la familia del consultante ha vivido situaciones parecidas que no ha sabido resolver de forma satisfactoria, quedando emociones reprimidas sin expresar. El clan inconscientemente escoge algún descendiente para que pueda resolver estas situaciones de dolor. Para ello el descendiente vivirá otra vez situaciones parecidas en su vida hasta que tome consciencia de ese programa y libere la emoción que lo alimenta. Esto es lo que está viviendo el consultante, pero todo esto le ocurre fuera de contexto y provoca un gran desconcierto e incomprensión en su vida. El planteamiento que debemos hacer al consultante es:

Consultante, tienes la información del clan pero no tienes porque vivir la experiencia.

Así se entiende porque en el árbol familiar buscamos los silencios, aquello que no se ha expresado y ha quedado impreso en el inconsciente colectivo del clan. Podemos buscar entre otras historias dolorosas:

  • Asesinatos, Suicidios
  • Robos, Herencias
  • Adulterios, violaciones, hijos ilegítimos, abortos
  • Los locos, los discapacitados
  • Las muertes inesperadas de niños o familiares
  • Los desaparecidos, los abandonos

Cuidado, no estamos buscando culpables ni juzgando las vidas de nuestros antepasados. Ni tan siquiera pretendemos justificar la vida desafortunada del consultante. Sus ancestros vivieron sus vidas lo mejor que pudieron con la información que tenían disponible en ese momento. Pero se vieron sobrepasados ante algunas situaciones conflictivas, situaciones vividas con gran sufrimiento. Estas situaciones dejaron su impronta latente en el inconsciente del clan. Al consultante se le da la oportunidad para encontrar una solución nueva y diferente, más satisfactoria y que libere al clan del dolor. A la vez el consultante también se  libera de esa información tóxica, esos programas que le hacen vivir experiencias desafortunadas y no deseadas en su vida.

Consultante, has sido el elegido por el inconsciente de tu clan para resolver el conflicto.

El árbol es nuestro mapa del tesoro. En el encontramos toda la información necesaria para entender que todos venimos con programas heredados, algunos muy tóxicos: todos somos víctimas de víctimas. De esta forma los errores de nuestros ancestros pueden ser subsanados gracias a la comprensión y al perdón. Pero hablamos de perdonar no desde el juicio, sino entendiendo que no hay nada que perdonar cuando aceptamos que todos somos inocentes.

Hablamos de un perdón pará salvar. Un perdón que nunca pide nada a cambio; no discute ni hace lista de los errores; no da regalos con doble intención; no da para obtener. Es un perdón que no ve errores, que comprende que uno mismo ha atraído todo lo que le ocurre y que, cuando algo se repite una y otra vez, se trata de una prueba para terminar de perdonar, porque aún queda un ápice de culpabilidad. El consultante debe abrir su mente y entender que la causa del sufrimiento está dentro de él y no fuera de él. Cuando obtiene la respuesta de su sufrimiento, cuando comprende su historia familiar, experimenta un profundo consuelo y se siente en paz. Entonces sabe que su perdón sirve para salvar o, lo que es lo mismo, para sanar.

Cuando el consultante toma conciencia de que sus relaciones tienen que ver con un programa heredado de un ancestro, puede respirar aliviado y desaprender ese programa con un acto pleno de conciencia, libre de emoción y, sobre todo, libre de juicio. Así, el inconsciente ya no recibe la atención necesaria para volver a activarse y repetir las mismas experiencias de dolor. Estas emociones van atadas a una serie de síntomas físicos que también tienen que ver con estos programas, y cuando se desaprende todo ello, el síntoma es liberado y puede ser tratado con cualquier terapia médica. La terapia funciona rápidamente, porque ya no hay nada que la emoción sujete al inconsciente. Decimos entonces que la persona vuelve a nacer o renace; ya puede redirigir su vida.

El síntoma tiene un contexto general, se relaciona con una explicación común de un conflicto emocional. Esto nos permite empezar a indagar y hacer las preguntas pertinentes para alcanzar nuestro gran objetivo: la emoción oculta, la emoción reprimida, transgresora, que se esconde en el inconsciente y que el sujeto procura ocultar mediante explicaciones más o menos racionales. A estas explicaciones las llamamos la historia del consultante, y no debemos escucharlas si no queremos que contamine nuestro inconsciente. Debemos encontrar la historia oculta, la historia que está detrás de la historia. Para ello, se hace imprescindible detectar las emociones que la mantienen oculta, tratarlas para liberar esta historia oculta, la artífice de los síntomas y del mantenimiento de los programas tóxicos heredados de los ancestros.

Nuestras historias son todas mentira. Si fuesen verdaderas, todos estaríamos curados. Vamos a buscar la historia que hay detrás de la historia. A su manera, también lo dice Bruce H. Lipton: “Si queremos cambiar la historia de nuestra mente que programa nuestras enfermedades, tenemos que cambiar las emociones que la sustentan”. No podemos cambiar lo que no se puede cambiar, pero si la emoción con la que lo vivimos. Cuando cambiamos de emoción, el inconsciente lo ve de otra manera. Es automático.

El inconsciente se expresa continuamente en nuestras vidas en situaciones repetitivas que nos hacen buscar soluciones externas, cuando la solución está en los programas aprendidos y heredados de los ancestros, que crean un fantasma de información y lo transmiten a sus descendientes con la esperanza de ser liberados por un acto consciente de ellos. El fantasma emocional resuena en el presente del consultante en emociones que llamamos secundarias o sociales. Nuestro trabajo consiste en buscar la emoción oculta, desvelarla y transformarla para que no cree más resonancia y el consultante pueda experimentar otras emociones libremente, en lugar de emociones encadenadas a un suceso ocurrido en el pasado del árbol transgeneracional.

El árbol genealógico ilumina el camino que estábamos siguiendo inconscientemente y nos hace ver que no somos víctimas de unas circunstancias inamovibles o de algún extraño destino.

Mediante el duelo con los ancestros pretendemos que el inconsciente del consultante se libere de estas cargas familiares que no tiene porque experimentar en su vida. Este duelo se debe hacer siempre desde la comprensión, el perdón, la gratitud y el amor. Aquí no estamos buscando culpables, estamos liberando inocentes: al consultante y a sus antepasados.

Otra forma de entender cómo funciona nuestro árbol es mediante las proyecciones. Estamos proyectándonos constantemente al mundo; proyectamos nuestras creencias, perjuicios y programas almacenados en el inconsciente. El problema es que no nos damos cuenta de ello y llegamos a creer que nuestras proyecciones son la verdad.

Como dijo Carl J. Jung, proyectamos en los demás nuestra sombra, todos los aspectos ocultos o inconscientes de uno mismo, tanto positivos como negativos, que el ego ha reprimido o nunca ha reconocido. La sombra busca situaciones, personas, ambientes, relaciones que le permitan expresarse y así tener la oportunidad de liberarse. Estas proyecciones de la sombra las identificamos con los excesos. Aquello que más nos molesta del otro es lo que uno no sé permite hacer o expresar.

Si vamos al árbol, encontraremos la sombra del consultante al preguntarle qué es lo que más le molesta de sus ancestros. Es muy directo y rápido. Cuando el consultante ve su sombra, toma conciencia y puede integrarla. Luego vuelve a sentir paz en su vida en lugar de desconcierto e incomprensión.

Cuando el consultante toma consciencia, puede cambiar su percepción. El primer paso consiste en cambiar sus pensamientos sobre los diversos acontecimientos. Esto no tendría sentido si los pensamientos no tuvieran influencia, y recobra todo su sentido con el paradigma de la física cuántica. ¡Por fin puede hacer algo por cambiar su vida!

Tenemos libre albedrío, aunque sea muy estrecho y limitado, y esto nos permite cuestionarnos a nosotros mismos y nos conduce a pensar que quizá sí sea posible cambiar algo. Si este algo es pequeño, no importa: con el tiempo, gracias a las nuevas circunstancias que atraeremos a nuestras vidas, en nuestra navegación en este mar de conciencia, el puerto de destino estará muy lejos del puerto inicial. Pero nadie puede cambiar su vida si piensa que es fruto de la casualidad o de factores externos. A esto se llama vivir en un sueño.

Nadie puede despertar de un sueño si cree que no está soñando.

Vivir en un sueño significa no ser consciente de por qué o para qué te ocurren las cosas, de cómo es posible que te enamores de tal persona, o que ciertas historias se repitan continuamente por mucho que intentes evitarlo de forma racional. Estos programas gobiernan tu vida y eres como una marioneta en sus manos. Hay que poner fin a esta situación. Para ello es imprescindible despertar de este sueño, superar la inmadurez emocional para ser un adulto. Ser consciente de que eres el hacedor de tu vida, que debes cambiar de conducta a través de actos conscientes, mantener la mente alerta a todo lo que te rodea, sentir en tu cuerpo los síntomas como un mensaje del inconsciente. Así recuperarás una cierta coherencia emocional, y esta se expresará en tu vida en acontecimientos llenos de congruencia, proporcionándote un sentimiento de paz. Ya no eres víctima, ya sabes que puedes alterar ciertos acontecimientos, y, si no es posible cambiarlos, los puedes vivir de otra manera. Así que empieza a recuperar esa libertad tan anhelada.  Estás despertando, tus sueños ya son lúcidos, puedes vivir tu realidad. El estudio del árbol genealógico es un camino para ello.

Ricard Badia

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